"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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Nostalgia profunda

NOSTALGIA PROFUNDA Mientras se encontraba sentada en la cocina, junto a la mesita del desayuno, Felisa estaba subyugada por las volutas vaporosas de su café. Había amanecido muy frío ese día de julio, en un crudo invierno. Esa fecha significaba bastante para sus recuerdos… Comenzó a trasladarse pausadamente hacia veinte años atrás, sobre un episodio extraño basado en un despertar abrupto, debido a un sueño muy peculiar… y comenzó lentamente a recordar… Para entonces, permanecía en esa misma cocina, dispuesta del mismo modo. Aquella vez, había despertado súbitamente con lágrimas en los ojos y le acompañaban espasmos sollozantes con gemidos muy angustiosos. Rápidamente, su conciencia le había alertado, que acababa de soñar… y que además, se encontraba en su habitación. Le había persistido dolor en el brazo derecho, al que se vio a sí misma friccionar para calmar la molestia. Había trascurrido ya veinte años que ese acontecimiento, le hacía pensar si el causante de ese súbito despertar, tenía que ver con las fotos de su amiga, las que jugaron como responsables de ese inesperado sueño. Las imágenes persistieron vívidas en su memoria por largo tiempo, inclusive luego de lavar su rostro con agua bien fría. En aquella ocasión, al sonar el teléfono en la cocina, éste le había parecido agresivo. Se trataba de su amiga Nancy, quien le preguntaba por su probable cansancio; lo que se habían acostado muy tarde la noche anterior. Las dos amigas, habían permanecido hasta pasada la medianoche mirando fotos del último viaje a Europa realizado por Nancy. Por aquellas épocas, aún no existían ni las cámaras digitales, ni Internet, por lo que en cada viaje, Nancy traía consigo, grandes cantidades de fotos en papel, con fidedignos revelados de alta calidad. Era de mucha importancia para ella, invertir dinero, para plasmar en imágenes sus vivencias tan bellas y compartirlas con los queridos, una vez hubiera regresado. Aquella noche, pasaron horas, apreciando las fotos de las plazas italianas, los monumentos, castillos de las ciudades romanas y napolitanas, impactando a Felisa. Habían cenado algo liviano y gozaron de los recuerdos de Nancy en su paseo efectuado por Europa. Bebieron un licor de frutas, mientras reían, lloraban y se admiraban por semejantes trazos arquitectónicos antiguos. Imposible no maravillarse por las obras europeas, pétreas, artísticas, inteligentemente creadas en la plenitud de civilizaciones esplendorosas. Sin embargo, Felisa quedó como detenida en una de las miles de imágenes del conjunto. La misma se trataba de una escalera curva, realizada íntegra en piedra de tonos marrones grisáceos con barandas curvas a modo de brocales, todas revestidas en las mismas piedras. La escalera parecía haber sido atrapada en su imagen, por su vista superior, como si el espectador estuviera descendiendo por ella. La escalinata se curvaba hacia la derecha… y culminaba en dos leones hechos en piedra esculpidos seguramente por avezados picapedreros; terminaba en una gran plaza cuya explanada construida con grandes rocas casi idénticas, no permitía visualizar sus límites laterales debido a lo espaciosa. Las arboledas, arbustos y canteros cubiertos de coloridos tulipanes, se encontraban lejanos en un horizonte algo indefinido. Nancy, mientras evocaba sus recuerdos, paseos y anécdotas, pasando de una mano a la otra, cientos de fotos tomadas en sus magníficas visitas, notó el estado absorto de su amiga. Al interrogarla curiosa sobre su fascinación, Felisa se sobresaltó… y no encontró respuesta alguna a la inquietud de su amiga. Manifestó solo el gusto por esa imagen llamativa. “¡Ah!... Si, la Plaza de San Giovanni es hermosa… ¿verdad?” Siguieron bebiendo refrescos, mientras continuaban con una caja de fotos nueva. Ésta contenía, según su rótulo en la tapa, todas imágenes de Francia. A pesar de las bellísimas fotos obtenidas en el precioso viaje, que mostraban ahora parques y catedrales góticas extraordinarias, Felisa se sentía algo extraña. Nancy lo notó y no pudo evitar la pregunta: _¿Te pasa algo? Te quedaste rara con esa foto de la Plaza italiana. _No, bah, si… es que siento una sensación extraña… nostálgica, como si algo necesitara. Es como si deseara encontrarme con lo perdido… o quizás con lo que espero pero no lo voy a obtener en este mundo… ¿Me comprendés? _No, jaja, no te entiendo. Nunca me pasó algo así. _Está bien, estas fotos son hermosísimas. Tenés un verdadero capital en el que has atrapado lo mejor de los países europeos… ¡Felicitaciones! _¡Gracias! ¡Felisa me felicita! ¡Qué bien! Entre risas y maravillas, notaron lo avanzado de la noche. Nancy acercó a Felisa a su departamento con la camioneta. A la mañana siguiente, Nancy le llamó y Felisa le contestó sin poder evitar contarle el sueño extraño que la había despertado bruscamente. Continuaron dialogando y Felisa, se esforzaba por atrapar sus recuerdos oníricos. A medida que los minutos avanzaban, en aquella oportunidad, con cada sorbo de café las imágenes vivenciadas durante su sueño, se iban destiñendo… como diluyendo. Pero, le comentaba a Nancy, que toda la ensoñación se había realizado en tonos sepias. Sin embargo ella, se había visto a sí misma, bajando las escaleras de la grandísima Plaza San Giovanni, sorteando escalones de piedra en plena carrera. Seguía la curva de la misma mientras lograba el equilibrio con su mano derecha aferrada al brocal de la baranda curva de la amplia escalinata. Lo extraño del sueño… fue ver a su hermano Jorge subiendo en el sentido contrario al de ella. Se encontraron frente a frente. Sus ojos luminosos y muy celestes, le observaron con su mirada limpísima y transparente. Sus cabellos lacios, sujetos a la brisa caprichosa, despejaban su amplia frente pálida. Sus labios rojizos le sonrieron descubriendo sus dientes blanquísimos. Emanaba bondad purísima a través de su esbelta figura luminosa. Portaba una carpeta plana y grande en su brazo derecho y su corbata, con rayas oblicuas en tonalidades claras, se volaba con el suave viento. El abrazo entre ambos fue muy intenso… Las lágrimas le brotaban a borbotones a Felisa. Su hermano separó su rostro y mirándola muy fijo, le dijo… “Si me querés… si verdaderamente me querés, dejá por fin de llorar por mí.” Él le aseguraba estar muy bien, contento y trabajando mucho. Le transmitió, en ese encuentro efímero, casi fugaz… que tenía demasiadas actividades y que su angustia, no le permitía elevarse a diferentes planos evolutivos en los continuos quehaceres. Sus miradas se fundieron mientras la mano izquierda de Jorge presionaba fuertemente el brazo derecho de su hermana. Así, despertó violentamente… continuando con el lagrimeo y la sensación sobre su brazo. El relato encontró asombrada a Nancy del otro lado del teléfono; y trataba con velocidad, de recordar cuánto tiempo había pasado ya, del fallecimiento del hermano de Felisa… pero aseguraba al menos, más de cinco años. Felisa, traída otra vez al presente, tomó en cuenta que no había aún bebido ni un sorbo de su café, que ya había dejado de humear. Cobijada por las paredes de su solitaria cocina, supo que la nostalgia profunda nunca acabaría. No más llantos quizás, pero la cuenta de años se aproximaba; Habría un probable reencuentro. El alma de su hermano, pertenecía al amor eterno… a ése, al cósmico, que se lo había temporalmente llevado. Sin embargo, sería seguramente energía cíclica en el encuentro de los hilos en las redes… esenciales de la vida. Renée Escape

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